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Villa Medieval

I. Casco urbano

El casco urbano de Poza fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982. El carácter medieval de su trazado se ha mantenido a lo largo de los últimos siglos.  Poza de la Sal sigue siendo en su configuración urbana una villa medieval con rasgos muy especiales derivados de su emplazamiento y del uso de determinados materiales de construcción en algunos casos peculiares por su origen y características. 

Poza constituye un claro ejemplo de adaptación de un casco urbano a un emplazamiento con unas características topográficas muy peculiares. El caserío de la villa se asienta sobre la ladera oriental del macizo calizo sobre el que se levantó el castillo. En este emplazamiento es destacable la pendiente y también el asentamiento del caserío sobre los conglomerados terciarios formados durante el Mioceno en la zona de contacto entre el páramo y la cuenca sedimentaria de la Bureba. Este último rasgo es quizá el más característico: la ausencia de cimentación en la mayor parte de las casas y en la muralla, directamente asentadas sobre estos conglomerados del terciario y apoyadas unas en otras, estructura que es perfectamente visible en el interior de la Casa de Administración de las Reales Salinas, en la Puerta de la Fuente Vieja de la muralla, y en el exterior de muchas viviendas caminando por cualquiera de las calles.

Durante la Edad Media el espacio urbano de la villa está ceñido por la muralla y definido por ella, de tal manera que el caserío se adapta a un espacio en pendiente y  constreñido por la cerca. Las casas apiñadas configuran su peculiar trazado laberíntico de calles angostas y empinadas, en definitiva,  una configuración urbana caracterizada por una escasez de espacio y luz que se trata de compensar mediante el incremento de la altura de sus casas, con desarrollo de dos, tres y hasta cuatro plantas, un rasgo destacable del caserío pozano.

A partir del siglo XVI comienza a desaparecer el Paseo de Ronda que separaba la muralla del caserío, y las casas se adosan a la propia cerca, remontando incluso su altura, y rebajando  su potencia  para un aprovechamiento mayor del espacio. Este aspecto es en la actualidad perfectamente visible en los lienzos sur y norte que aún se conservan de la muralla.

La fábrica de sus casas se caracteriza por presentar aparejo de mampostería o sillería en las plantas bajas, con paramentos muy singulares por el uso de la ofita como material de construcción, que también aparece en el empedrado de las calles y en las construcciones salineras. Los pisos superiores son de fábrica de adobe, y entramado de vigas de madera como elemento sustentante y de descarga de tensiones, en el caso de Poza peculiar pues no se limita a una disposición vertical u horizontal de las vigas sino también con una disposición oblicua de las mismas, que resuelve el reparto de las cargas de un modo más racional y eficaz mediante el apoyo de las vigas horizontales superiores no en sus extremos sino en tercios de su longitud. Otro elemento típico fue el enlucido de las fachadas con yeso, pues el yeso fue otro material de construcción que se explotó en Poza a nivel local, producto, como la ofita, del especial fenómeno geológico que aquí se produjo. En algunos casos ha sido posible ver trabajos de ladrillo, quizá recuerdo de antiguas obras de alarifes mudéjares.

En las viviendas son frecuentes los zaguanes empedrados que distribuyen el espacio, y junto a ellos las cuadras. En el resto de los pisos están las habitaciones, hasta llegar al más alto en el que en las casas de Poza se encuentra la cocina, cuyo elemento más importante es la amplia campana troncopiramidal sobre una estructura de ladrillo –el fogón- en la que se hacía el fuego, hueca en su interior para guardar la leña, y en torno a la cual se disponían los bancos, de madera. Era el lugar más importante de la vivienda, donde se hacía la vida, lugar de reunión sobre todo en invierno. También algunas casas en Poza presentan un elemento típico de las casas norteñas: la solana, galería corrida orientada al sur o al este, construida en el piso más alto, entre los muros laterales de la vivienda, con antepechos y soportes de madera.

II. Palacio de los Marqueses de Poza y muralla

En la ladera oriental del castillo, entre la Villa y la fortaleza, se encuentran las ruinas del palacio de los Marqueses de Poza, y los restos de la ermita de Santa Cecilia. Al otro lado del lienzo de muralla que desde el caserío por el sur sube hacia el castillo, encontramos las ruinas de la ermita de San Juan. Se conservan de norte a sur lienzos de muro y una torre de planta cuadrada, de dos pisos, con un acceso y organización direccional del espacio en el interior en zig-zag, siguiendo el característico modelo defensivo musulmán que también puede observarse en el castillo de Frías. Esta torre tiene en el piso superior cubierta de bóveda de cañón con restos de pintura probablemente del siglo XIV, y fábrica de sillarejo y mampostería, en la que se abren aspilleras y vanos de arcos escarzanos.

La muralla definió durante siglos el espacio urbano de la villa, el trazado de sus calles. Si en un principio tuvo como función primordial la defensa de la villa, con el transcurrir de los siglos sólo mantuvo su función de control de las epidemias y también de las transacciones comerciales.

El lienzo sur se conserva completo en todo su trazado, desde el sector más alto que  recibe el nombre de Paseo de la Reina, junto a las ruinas de la ermita de San Juan y del palacio, hasta su extremo en la calle llamada La Ronda –clara alusión a la función de este espacio hasta el momento en el que el caserío comienza a adosarse a la muralla-, lugar en el que estuvo la cárcel de la villa y donde el trazado de la cerca continúa en sentido noroeste rodeando todo el flanco norte del casco urbano.

Este lienzo norte tiene su extremo frente a la  Casa de Administración de las Reales Salinas, y aquí queda el testigo en el paramento de la desaparecida puerta de la muralla llamada de la Fuente Vieja y también de la Verónica, que facilitaba el tránsito entre la villa, el valle más cercano de las salinas –Rusalado- y el complejo de manantiales, lavaderos y abrevaderos conocido como Fuente Vieja. Algunos especialistas opinan que en esta zona, extramuros, podría haber estado ubicado el barrio judío.

A lo largo del lienzo sur se conservan tres puertas, abiertas frente a la Plaza Nueva y a lo largo de la calle La Red. La puerta principal de la villa, entre la Plaza Nueva y la Plaza Vieja es remodelada en 1694 tras la construcción de la Plaza Nueva. Es conocida como Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero, pues desde el balcón corrido construido sobre el arco de medio punto los sacerdotes conjuraban los nublados que amenazaban las cosechas y la producción salinera.

En 1741 se abre junto al ayuntamiento la puerta de acceso a la Plaza de la Villa y al final de la calle La Red, junto a la Fuente del Berro, la Puerta de las Eras, de fábrica más antigua con un arco ojival doblado. La muralla presenta en todos los lienzos conservados elementos arquitectónicos como las torrecillas o garitones sobre modillones, rematados por una especie de matacanes a modo de arcos geminados, a los que se atribuye una cronología correspondiente a los siglos XIV y XV, y que también aparecen en el castillo. Sin embargo es preciso considerar que pueden consistir en modificaciones y remodelaciones introducidas en la época señalada, y que no afectan por tanto al establecimiento de una cronología anterior para el inicio de su construcción, probablemente del siglo XIII.